De acuerdo con Lima, se trata de unos 8 mil kilómetros de terreno que fueron reinscritos a nombre del Estado, pero que en realidad siguen en manos de grupos invasores, los cuales se niegan a acatar las órdenes judiciales de desalojo que se han emitido en meses anteriores (vea: Tierra de nadie).
El señalamiento del funcionario del MP va más allá de los simples ocupantes, pues asegura: “Hay fuertes intereses económicos. Se creía que era gente pobre la que invadió la Laguna del Tigre; sin embargo, ahora se sabe que el área es un centro ganadero y de narcotraficantes”.
Caja de sorpresas
La zona, formalmente recuperada pero invadida, es, en realidad, una caja de sorpresas para las autoridades. Según Lima, ya se han dado varios intentos de desalojo, pero en algunos de ellos las fuerzas de seguridad han sido recibidas por gente armada, por lo cual se han abortado las operaciones.
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