Guatemala.- Campesinos favorecidos con entrega de propiedades venden éstas a empresas agrícolas y hasta a narcotraficantes.
Salvador Cutzal dice que está viviendo la época más amarga de su vida. Este líder campesino de Poptún, Petén, ayudó a 39 comunidades del área a legalizar sus tierras por medio del Fondo de Tierras (Fontierras). Pero apenas unos años después, la mayoría de los beneficiarios ha vendido los terrenos, y ahora, entre los nuevos dueños, hay quienes se dedican al cultivo de palma africana y narcotraficantes.
“Es un desastre total,” dice Cutzal, cuya cara refleja la decepción que siente al haber dedicado tanto tiempo y energía en ayudar a los sin tierra, para que ahora se queden, de nuevo, y por su propia voluntad, sin los terrenos.
“Eso es lo más triste,” dice Cutzal, quien se pregunta “¿por qué?”.
Pero no es sólo en Petén donde está ocurriendo este fenómeno, que puede interpretarse como un fracaso del mandato de Fontie-rras. En Sayaxché, Petén, las Verapaces, Costa Sur e Ixcán, Quiché, beneficiarios de los programas estatales de colonización y acceso a la tierra han tomado la decisión de vender el fruto de lo que para muchos era un recorrido largo y doloroso.
Las causas incluyen la expansión del sector agroindustrial; la demanda por tierra de los narcotraficantes, más su alto poder ad-quisitivo; y la falta de acompañamiento gubernamental a los campesinos beneficiarios de tierra.
“Lo que se está dando es una reconcentración de tierras”, dice Luis Fernando Peña, gerente de Fontierras, entidad creada en 1999, en cumplimiento de los Acuerdos de Paz.
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